Hace unos años atrás, mientras caminaban cerca del cementerio un discípulo le hizo una pregunta a su maestro.
- Maestro: ¿Cómo usted controla los halagos y la crítica de la gente?
Entonces el maestro dirigiéndose al discípulo le dijo:
- Ve al centro del cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó hasta el centro del cementerio y comenzó a gritar toda clase de elogios a los muertos, rompiendo así el silencio sobrecogedor y la apacible atmósfera que había en ese sagrado lugar. Después regresó junto a su maestro.
- ¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.
- Nada dijeron.
- En ese caso, vuelve al centro del cementerio y lanza toda clase de insultos a los muertos.
El discípulo regresó al centro del cementerio y a pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, quien le preguntó.
- ¿Qué te han respondido los muertos?
- De nuevo nada dijeron - repuso el discípulo.
Y el maestro concluyó:
-Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los demás.
MORALEJA: Quien hoy nos halaga, mañana nos puede insultar y quien hoy nos insulta y critica, mañana nos puede halagar.
- No seamos como una hoja a merced del viento en los halagos, insultos o críticas que nos gritan a todo pulmón los demás.
- Si no controlamos los halagos y elogios como los muertos, caeremos en las trampas del egoísmo, el orgullo, la vana gloria y de creermos más que los demás.
- Si no controlamos los insultos y criticas como los muertos, caeremos en las trampas del resentimiento, el rencor, la contención y la enemistad con los demás.
(Autor desconocido, basado en un cuento tradicional de
la India).
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