jueves, 30 de marzo de 2017

Isabel se siente gorda


— Deberías dejar de comer tanto, ¡Gorda!

Isabel se echó a llorar, pero continuó comiendo con voracidad (quizás con más ansiedad que antes) el enorme trozo de tarta que casi ocupaba más espacio que el mismo plato. Sus lágrimas mojaban el chocolate y su sabor dulzón se volvía un tanto ácido; como cuando te mojas los labios después de haberte dado un baño en el mar, pensó la niña.

Su cuerpo no era normal, eso le decía Elvira, su niñera. Y cada vez que Isabel se miraba al espejo no se encontraba más que con una figura extraña que se había apoderado de su piel, de sus huesos, de su sonrisa. Esa sensación se acrecentaba con el tiempo: cuanto más crecía, más se alejaba de su cuerpo.

— ¡Gorda enormísima! ¡Gordaaaa! — seguía regañándola su niñera. La acción se detuvo o más bien se repitió de forma cíclica durante un rato: una insultando y la otra comiendo cada vez más deprisa. Y habría seguido así por mucho más tiempo si no hubiera irrumpido en escena el padre de la niña.

— ¿Qué pasa, Elvira?

— La niña, señor, que no para de comer y no quiere entrar en razones. Le he dicho que los niños no quieren a las niñas gordas, pero, nada. Lo he intentado TODO. Si yo lo digo para ayudarla; porque alguien se lo tiene que decir.

— ¿Y qué tiene de malo que esté gorda?

— Que se pondrá cada día más fea, Octavio.

— ¡Usted sí que es fea, Elvira! — respondió él, serena pero directamente. Horas más tarde, Isabel supo que Elvira ya no volvería a cuidarla y que vendría en su lugar otra mujer.

Se llamaba Clarisa y era inmensa: su cuerpo medía cuatro veces más que el de su antigua niñera y parecía que iba a hacer estallar la ropa en cualquier momento; eso pensó Isabel cuando la conoció, y se dijo que ella no quería terminar así. Cuando a la noche Clarisa la ayudó a prepararse para irse a dormir, Isabel le preguntó:

— ¿Por qué eres… así?

— ¿Así cómo?

— G…gorda… A mí también me dicen gorda — intentó justificarse.

— ¿Eres gorda?

— Sí, supongo, pero…

— Entonces ¿qué hay de malo en que te llamen así?

— Que no me gusta, no quiero ser fea.

— Eres gorda, no fea, Isabel. Es como las personas que son altas, bajas, rubias o morenas ¿te parecen feas todas ellas? Mira, pequeña, cuanto antes aceptes tu cuerpo, mejor te sentirás. Si cada vez que te dicen gorda te pones mal, justificas que mal usen esa palabra contigo; en cambio, si te apoderas de ella, si entiendes lo bella que suena y lo hermosa que eres, entonces no podrán hacerte daño.

— ¿Lo dices en serio?

— ¿Lo has intentado?

— No, la verdad es que no…

— Inténtalo. Y sino, la única solución será ponerte a dieta y dejar de ser gorda. Siempre hay soluciones, Isabel: no somos, nos hacemos.

Al día siguiente Isabel se miró al espejo y se sintió finalmente en su cuerpo: un todo armónico que rompía con los paradigmas de la estética. Y lo mejor de todo fue verse a ella, toda ella le devolvía la mirada desde el espejo.

Cuando esa tarde en el colegio unos niños la llamaron gorda, Isabel les dirigió una mirada sonriente y llena de luz que los obligó a pegar media vuelta con la mirada sonrojada. Ése día la niña se sintió a gusto consigo misma y comprendió que las palabras, como las personas, no son, se hacen.
 

 Irremediablemente, día tras día, nos encontramos a gente
 que nos atosiga con el físico y nos dirá 
lo que tenemos que hacer para estar más guap@s,
delgad@s y con mejor aspecto
 sin saber el daño que pueden ocasionar, con el tiempo, por ello.
Francamente, dejar de comer, no es la solución. 
Cada  persona tiene sus circunstancias 
y, no tod@s, tenemos sobrepeso porque queremos,
a veces es cuestión de padecer algún tipo de enfermedad o trastorno.
No midáis a tod@s por la misma vara.
Tan solo queremos un poco de respeto, 
somos personas al igual que el resto
y queremos ser bien tratadas, pues tenemos sentimientos.
Es muy fácil hablar desde la ignorancia y desde el otro lado.
Solo necesitamos tu apoyo. 

viernes, 17 de marzo de 2017

La aventura de escribir


¡¡Hola, chic@ssss!!

Hoy quiero compartir con tod@s algo que me hace muchísima ilusión
 y, que desde hace un par de meses, 
se ha ido cocinando poco a poco. 
Como ya sabéis, me gusta mucho escribir,
relatos, microcuentos, poemas...
vamos, lo que me va surgiendo por el camino;
 y, desde hace unos años estoy participando en un grupo 
de Facebook que se llama 
"La aventura de escribir"
 Es un foro de escritura y creatividad 
en el que todas las semanas, su directora, 
Diana P. Morales
nos va proponiendo diversos retos de escritura.
(Obviamente es de libre participación)
Finalmente, los que obtienen más me gusta, 
son subidos a la página web con el nombre del autor.

Este año, se ha ido un paso más allá.
 La directora propuso la creación de un libro 
donde recoger nuestro trabajo realizado durante el año.
Imaginad la ilusión que nos hizo a tod@s tal proyecto. 
Sólo había un problema; 
somos muchos,
y muuuuuuuchos escritosssss
¡¡Era una locura!!
Así que, entre todos, tomamos una decisión:
Publicar aquellos que más "Likes" tuvieran
y algunos más escogidos por  la directora. 

Para mí fue una gran sorpresa encontrarme incluida 
entre las personas elegidas dentro de la selección del material
que finalmente realizó Diana y su equipo. 
(El portal del escritor)
Nunca hubiera pensado que fuera posible, pues hay mucho talento
y gente con una gran creatividad e ilusión. 
Me siento agradecida, alagada y muy emocionada.
Es un placer compartir y crecer todos juntos 
con los retos cada semana

Y desde hace unos días... 

¡¡El libro del grupo ya está impreso!!

 Se puede pedir en el siguiente enlace de forma gratuita: 
o comprar en físico, si así lo deseáis. 
Solo espero que os guste y lo disfrutéis tanto como nosotr@s 
participando en los distintos retos. 

lunes, 13 de marzo de 2017

Padres en el terreno de juego


Hay veces que aun me pregunto 
cómo puede haber gente tan mala en el mundo. 
Personas con tanto rencor, odio, malicia 
que se pasa todo el tiempo creando malestar, cizaña y, 
por qué no decirlo "metiendo mierda" en un grupo de personas, 
con tal de hacer el mayor daño posible y salirse con la suya.
Estoy consternada y muy enfadada. 
Como el resto de los afectados.
 Excepto la susodicha y su séquito. 
Que ayer se encontraba más feliz y radiante que nunca. 
¡¡Asquerosa!! 
Perdonadme, pero me acojo a mi derecho a desahogarme. 
Lo necesito. 
Sinceramente, no entiendo la actitud de algunos padres. 
Es cierto que, en ocasiones en cuanto a deporte se refiere, 
éstos son incluso peores que los hijos. 
Y habrían que mantenerlos lejos de los campos de juego.
Porque... ¿quién no ha presenciado alguna vez una disputa, 
una pelea o riña entre padres de equipos rivales 
mientras sus hijos jugaban un partido? 
(Sea fútbol, baloncesto, voley...)
Hay tensión... desacuerdos ante las decisiones arbitrales...
sobreprotección... etc...
Pero que haya malos rollos y envidias, 
por parte de algunos padres, 
dentro del mismo equipo... 
¿Qué ejemplo le estamos dando a nuestros niños con ello?
Os aseguro que han sido tres años. 
"TRES".
Los que esta persona ha estado intentando que hubiera mal ambiente, 
mal rollo entre todos los padres, 
atacando al entrenador en cada partido,
 acusándolo de muchas cosas por celos, 
envidias y vete a saber qué fantasmas más;
inventándose historias de si unos hemos dicho esto 
o lo otro para ponernos en contra... 
que si favoritismos, que si Acatec seleccionaba a... 
que si el club... 
 
De verdad que lo pienso y me parece todo una chiquillada
de madre chismosa e incorformista que solo quiere ser el centro de atención.
Si yo no estuviera a gusto en el club donde inscribo a mi hijo 
para que juegue al fútbol no me quedo ahí tanto tiempo, 
dando la vara y fastidiando al resto que sí somos un grupo, 
nos llevamos bien y tenemos buen feeling, 
nos divertimos y los chicos también. 
Tienen buen rollo en el vestuario y en el campo lo demuestran. 
Están haciendo una temporada excepcional. 
Y no enveneno a la gente que viene nueva.
Este fin de semana, el entrenador dimitió.
No lo soportaba más. 
Y tomó la decisión de ceder el equipo al club,
que ellos se hicieran cargo hasta final de temporada 
y tomaran cartas en el asunto con los padres problemáticos.
Es una pena, porque es un buen entrenador, una buena persona
y los niños le adoran.
Están todos muy tristes, como es obvio. 
Ahora sólo queda ver cómo se desarrolla lo que queda de temporada.
Pero hasta ahora..
ha sido más que vergonzoso.


viernes, 10 de marzo de 2017

Mil pensamientos y ninguno


Estos días no paro de darle vueltas a la cabeza. 
Es como un hormiguero que no cesa su actividad. 
Me viene de todo. 
Y no sé si algo de ello tiene sentido. 
Pues no tiene nada que ver una cosa con otra. 
Tiendo a mezclar. 
Pienso en "A" y seguidamente me viene "D" 
y, a mitad, vuelvo a "A" mezclándolo todo e introduciendo, 
sucesivamente otros pensamientos y preguntándome después...
 "Y yo... ¿Por qué estoy pensando en esto?"
 Es una locura, estoy descontrolada y deshubicada, peor aún, perdida. 
Ni siquiera soy capaz de plasmarlos por escrito, 
sé que eso me ayudaría mucho. 
Pero voy tan acelerada que en cuanto cojo un bolígrafo
 o me siento delante del pc dispuesta a capturarlos...
se me borra todo de la mente,
de pronto, se esfuman los pensamientos 
y, por unos instantes no recuerdo nada...
nada de lo que segundos antes estaba atormentándome.
Incluso me ocurre lo mismo cuando voy al psicólogo. 
Tengo tantas cosas que decirle y contarle cuando estoy en casa... 
son tantas las dudas... 
sin embargo en cuanto llego a la consulta...
 ¡¡me quedo en blanco!! 
Sin palabras, sin saber qué decir... 
ni por dónde empezar a poner soluciones... 
¡¡NADA!!
Es muy frustrante.
Ya cuando suelto el boli, dejo el pc o salgo de consulta,
es cuando de golpe,
me viene todo otra vez a la cabeza...
Algunas cosas las recuerdo tal cual la primera vez,
otras en cambio, no las vuelvo a recordar jamás,
e incluso me vienen miles de pensamientos nuevos
que nuevamente soy incapaz de retener...


viernes, 3 de marzo de 2017

De vuelta al trabajo


Esta semana me ha surgido un trabajo provisional,
en principio iban a ser un par de días y lo acepté,
pero al final se ha alargado toda la semana.
He de reconocer que cuando me lo propusieron, lo agradecí
e incluso me sentó bien salir de casa, despejarme, mantenerme ocupada…
pero al cabo de los días… me está costando llevarlo a cabo.
Las horas parecen no pasar,
es como si se hubiera detenido el tiempo
y la ansiedad crece de forma considerable.
No estoy segura de que sea el momento idóneo
para continuar ejerciendo este trabajo con el reciente fallecimiento de mi padre,
no me siento animada ni con fuerzas…
y no sé hasta qué punto conseguiré controlar todas las emociones
que aún no han salido desde entonces.
Es decir, todas. 
De momento le estoy echando valor
y aquí estoy, en la habitación del hospital,
cuidando a este encantador caballero.
Sin duda, una gran persona.