Llegó el día.
Papa Noel anda cerquita y no os imagináis lo nerviosos que están mis sobrinos.
No se separan de mi ni un milímetro, pues a pesar de la ilusión que les hace, le tienen temor.
Desde que nació mi sobrino recuerdo que estaba muy ansioso porque viniera a traer los regalitos.
Sin embargo en cuanto llegó se puso a temblar de forma descontrolada, echo un flan y, ahora con nueve años ya, todavía le sigue pasando igual.
Y a mi sobrina, la pequeña, le pasa lo mismo.
¿Por qué le tendrán ese miedo?
Es curioso.
A través de ellos estoy intentando vivirlas nuevamente, intento recuperar esa inocencia y esa ilusión.
No paran quietos y eso por una parte me alegra y por otra me estresa,
pues mis nervios están a flor de piel y a veces, he de lidiar conmigo misma para no explotar
y entender la situación.
No tengo ya la paciencia que tenía, lo sé.
Supongo que todo forma parte del bucle en el que ando metida.
Quiero felicitaros estas fechas y pediros que si hacéis algún regalo que éste no sea un ser vivo y si es así,
que asumáis todas las consecuencias que ello conlleva y no acabéis abandonándolo.
Por favor no juguéis con una vida.
En tal caso, NO COMPRES, ADOPTA
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