Hoy me senté con él durante dos horas seguidas. Él lloraba y no paraba de
hablar.
Yo solamente escuchaba y asentía con la cabeza. Al final le abracé y, por un
tiempo, simplemente permanecimos en silencio. No le dije una sola palabra.
Esta noche, justo después de la cena, se presentó en mi cuarto y me dijo
"Gracias. Ni siquiera recuerdo lo que me dijiste antes, pero me siento
como si me hubieran dado el mejor consejo de mi vida".
ANÓNIMO
Que foto más bonita. Todos necesitamos que nos escuchen. Besos!
ResponderEliminarEscuchar es lo que todos deberíamos aprender. Saludos
ResponderEliminarser escuchados, muchas veces solo eso necesitamos... desahogarnos
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