Hoy he tenido un día malo.
Hace tiempo que no me encuentro bien.
Llevo unas semanas “moviditas”, muy ansiosa.
Estoy algo alterada y creo que viene desde las Navidades.
Tengo los nervios a flor de piel últimamente y por más que intente aplacarlos
me está costando mucho. Como ya sabéis no me gustan nada.
Esto que me ha ocurrido hoy ya me había pasado en otras ocasiones y, tiempo atrás,
me ocurría con mayor frecuencia,
aunque hacía mucho tiempo que no me despertaba de esta manera.
No sé si a alguno de vosotros-as os habrá pasado.
Pero hoy he tenido que irme de urgencias al centro de salud.
Me ha dado una crisis de ansiedad muy fuerte mientras dormía y,
al no poder controlarla he querido tomar la medicación para la ansiedad,
pero antes de hacerlo me he dado cuenta de que estaba caducada.
Más agobiada de lo que ya estaba y como he podido me he plantado en el centro de salud
y, al verme cómo estaba, en seguida ha salido mi psiquiatra a atenderme.
Me han dado una pastilla y hecho que me tumbara en una de las camillas un rato a ver si,
poco a poco, se me iba pasando.
Al rato, ha vuelto mi psiquiatra a mi lado y me ha avasallado a preguntas.
No es normal que yo aparezca por allí en ese estado,
aunque si es cierto que en la última visita yo estaba más alterada de lo habitual.
Ella insiste en darme más medicación. Una nueva para controlarme durante una temporada.
Pero me sigo negando a tomar nada más.
Ser tan dependiente de la medicación me crispa.
Luego es casi imposible dejar de tomarla y cuanta menos lleve en el cuerpo tanto mejor.
De momento me he salido con la mía.
A final de mes tengo cita con ella y la he convencido para que me de plazo
hasta esa fecha a ver cómo evoluciono y si me encuentro mejor sin necesidad de añadir nada más.
Ahora estoy ya en casa, algo más tranquila y relajada
aunque sigo notando esa presión en el pecho que me dificulta respirar.
Intento no dejarme llevar por esto y aplicar las técnicas de relajación
que me enseñó mi psicóloga y que tan bien me han ido siempre.
No está resultando fácil pero me niego a dejarme llevar por ella.
No pienso volver atrás y sé que solo es una mala racha.
Además, no es la primera vez que me ocurre.
Al igual que viene, se va.
Hace tiempo que no me encuentro bien.
Llevo unas semanas “moviditas”, muy ansiosa.
Estoy algo alterada y creo que viene desde las Navidades.
Tengo los nervios a flor de piel últimamente y por más que intente aplacarlos
me está costando mucho. Como ya sabéis no me gustan nada.
Esto que me ha ocurrido hoy ya me había pasado en otras ocasiones y, tiempo atrás,
me ocurría con mayor frecuencia,
aunque hacía mucho tiempo que no me despertaba de esta manera.
No sé si a alguno de vosotros-as os habrá pasado.
Pero hoy he tenido que irme de urgencias al centro de salud.
Me ha dado una crisis de ansiedad muy fuerte mientras dormía y,
al no poder controlarla he querido tomar la medicación para la ansiedad,
pero antes de hacerlo me he dado cuenta de que estaba caducada.
Más agobiada de lo que ya estaba y como he podido me he plantado en el centro de salud
y, al verme cómo estaba, en seguida ha salido mi psiquiatra a atenderme.
Me han dado una pastilla y hecho que me tumbara en una de las camillas un rato a ver si,
poco a poco, se me iba pasando.
Al rato, ha vuelto mi psiquiatra a mi lado y me ha avasallado a preguntas.
No es normal que yo aparezca por allí en ese estado,
aunque si es cierto que en la última visita yo estaba más alterada de lo habitual.
Ella insiste en darme más medicación. Una nueva para controlarme durante una temporada.
Pero me sigo negando a tomar nada más.
Ser tan dependiente de la medicación me crispa.
Luego es casi imposible dejar de tomarla y cuanta menos lleve en el cuerpo tanto mejor.
De momento me he salido con la mía.
A final de mes tengo cita con ella y la he convencido para que me de plazo
hasta esa fecha a ver cómo evoluciono y si me encuentro mejor sin necesidad de añadir nada más.
Ahora estoy ya en casa, algo más tranquila y relajada
aunque sigo notando esa presión en el pecho que me dificulta respirar.
Intento no dejarme llevar por esto y aplicar las técnicas de relajación
que me enseñó mi psicóloga y que tan bien me han ido siempre.
No está resultando fácil pero me niego a dejarme llevar por ella.
No pienso volver atrás y sé que solo es una mala racha.
Además, no es la primera vez que me ocurre.
Al igual que viene, se va.
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