jueves, 16 de junio de 2016

Se nos fue...


Tras unas semanas muy duras en las que, 
he compartido parte de mi tiempo con la familia viendo cómo, poco a poco, 
se iba marchitando y apagando hasta llegar el final, 
intento salir adelante y que no me afecte. 
Están siendo unos días muy tristes y grises. 
El sábado salí de la casa con la sensación de que era mi último día allí y, 
mi instinto, no me falló. 
Pues, durante la semana, las fuerzas le habían ido menguando hasta no levantarse de la cama. 
Y el jueves, entró en coma.
 Era cuestión de tiempo, todos lo sabíamos. 
Aún así, una nunca está preparada para estos golpes que te da la vida. 
El domingo, mi día libre, salí de casa dispuesta a despejarme un poco, 
pues lo necesitaba pero mi cabeza no hacía más que pensar en ella, estaba a su lado. 
Y, aunque intenté por todos los medios distraerme durante el torneo,
 que jugaba mi sobrino, no cesaba de mirar el móvil esperando la noticia. 
Me llamaron a medio día para avisarme de que nos había dejado. 
Esa misma mañana, con la luz del alba, su corazón dejó de latir poniendo fin a su sufrimiento.
Aún esperándolo, no pude evitar venirme abajo. 
Aunque corto, ha sido intenso el tiempo que hemos compartido.
 Y ver el dolor que queda en los que deja aquí me parte el alma. 
Pasé el día intentando distraerme con ayuda de mis amigos y los peques. 
Cuando fui al tanatorio a dar el pésame a la familia las emociones se desbordaron, 
era inevitable, pues en tan poco tiempo, hemos empatizado todos mucho. 
Ya el lunes, le dimos el último adiós y partieron rumbo al pueblo
para darle sepultura en la tierra que la vio nacer.
  Ayer volví a la casa para recoger lo que me había dejado
y despedirme de la familia
¡¡qué momento más duro!!
Entrar y ver que no estaba... 
es una sensación tan rara...
un vacío tan grande...
un nudo me apretaba la garganta y apenas podía hablar.
Han sido tan buenos y agradables conmigo
que se va a hacer raro no verlos...
Pero, como les he dicho,
si necesitan cualquier cosa, pueden contar conmigo, 
aunque ella ya no esté podemos seguir en contacto, la amistad que se ha forjado,
no tiene por qué desaparecer.
Y por duro que está siendo, me está ayudando a crecer,
tanto como persona, como interiormente, con mis problemas
de fobia social y agorafobia.
Solo puedo quedarme con cosas buenas,
a pesar de lo acontecido.
Estoy agradecida por las cosas que he vivido y aprendido junto a ella,
lamento que haya sido tan corto 
y que allá donde esté tenga el descanso merecido.
Ya te echo de menos, mi reina.
Descansa en paz. 


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